Testimonio de Joe C.

Me voy a remontar  a la JMJ de Cracovia. Allí empezó todo.

 
 
 
 

Todos los días teníamos la suerte de poder asistir al milagro de la Eucaristía. Al principio de nuestro viaje vivía la Misa como siempre antes la había vivido (es decir, asistir por asistir y rezando oraciones solo de memoria). Hubo un día en concreto que me dí cuenta de el verdadero tesoro de la Misa, no solo de El Milagro de la Transustanciación, sino de cada palabra que Dios me decía en el Evangelio y en las lecturas.

A partir de ese momento empecé a prestar el 100% de mi atención a las lecturas porque en cada lectura diaria de la Misa notaba que Jesús me hablaba y todas aquellas Palabras tenían que ver con mi HIPOCRESÍA CATÓLICA, es decir, el solo decir soy Cristiano y no salir de mi "comodidad Cristiana" por así decir. Entonces esas Palabras me llevaron a querer comprender y escuchar más la Palabra de Dios. Y poco a poco desde las lecturas indagué más y me encontré ya con el milagro de la Misa. Empecé a vivir la Misa de una manera en la JMJ con la que me incitaba a hacer solo el bien.

Os quiero leer una parábola que tiene que ver con todo esto que seguramente todos conozcáis:

Un sembrador salió a sembrar. Y al sembrar, una parte de la semilla cayó en el camino, y llegaron las aves y se la comieron. Otra parte cayó entre las piedras, donde no había mucha tierra; aquella semilla brotó pronto, porque la tierra no era profunda; pero, al sol, al salir, la quemó, y como no tenía raíz, se secó. Otra parte cayó entre espinos, y los espinos crecieron y la ahogaron. Pero otra parte cayó en buena tierra, y dio una buena cosecha: unas espigas dieron cien granos por semilla, otras dieron sesenta y otras treinta. Los que tienen oídos que oigan.

Pues esta parábola es con la que me siento muy identificado, porque todos los días de mi vida hasta la JMJ la Palabra de Dios para mi era como la semilla que no saba fruto, que caía en malos sitios porque no la escuchaba bien ni la reflexionaba. Hasta que aquel día la semilla dio fruto porque la escuché. Empezó por un fruto que al caer en buen terreno dio buena cosecha y aquella cosecha dio aún más frutos. Esto quiere decir que al querer mejorar y saber más me ha hecho hacer más cosas buenas que al final me ha alimentado y con ella he podido alimentar tambien a otros.

También quería deciros que no es fácil insistir en esto, porque el demonio siempre esta intentando desviar la semilla a malos terrenos y eso es una cosa con la que tenemos que contar porque en el momento que el maligno se hace con la suya hay que saber volver a plantar bien la semilla para así fortalecernos una vez más. Esto me pasó porque descuidé la Santa Misa por el pecado porque me sentía culpable de pecar , pero volviendo a misa (no solo los domingos, porque no dejé de ir ningún domingo) volví a coger esas fuerzas que necesitaba para levantarme una vez más.

Al final de la parábola dice Jesús: Los que tengan oídos, que oigan. Y por eso sigo creciendo en frutos, porque quiero oír cada vez más y mejor para poder mejorar no solo yo sino también a otros .

Para terminar quería deciros que los frutos que ha dado en mi la Palabra de Dios son infinitos y más frutos que sigo recibiendo con cada Evangelio.

Pedir a Dios significa también estar dispuestos a escuchar y recibir lo que Él nos da. Dios nunca se equivoca(San Agustín)

Muchas gracias por vuestra atención.